Papá, la vida nos dio una segunda oportunidad, los dos lo sabemos.
Cuántas tardes de invierno, viendo la lluvia caer, entre cafés y alboroto.
Y los días de verano, paseando a la sombra, con tu sombrero de paja y las gafas de sol.
Los kilómetros que recorríamos, de esquina a esquina, en un mismo lugar,
tú y yo lo sabemos, papá.
Horas de charla, descubriendo una parte de ti que desconocía,
tus anécdotas de juventud, la risa tonta,
tus momentos de arranque cantando y bailando, llenando de vida toda la estancia.
Nuestra última "conversación",
tú respondiendo con bromas a cada una de mis preguntas,
pese a todo no te escuché una queja, porque así son los verdaderos luchadores,
los que a pesar de la adversidad, no pierden nunca el espíritu de lucha.
Me quedo con eso, papá, el viaje valió la pena, los dos lo sabemos.
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