Esa tendencia que tenemos a no escuchar lo que nos dice la persona con la
que hablamos porque vamos unos pasos por delante pensando en cuál va a
ser el argumento de nuestra respuesta, a interrumpir a la persona que
nos habla para contar nuestras propias vivencias, juzgar o ser crítico
con lo que nos dice,
quitar importancia a los sentimientos que el otro
nos transmite,
ofrecer ayuda que no te han pedido,
desplazar la conversación hablando de uno mismo... se llama arrogancia y
nos aporta poco beneficio, porque como piensas que lo sabes todo, dejas
de seguir creciendo.
Además no comprenderás ni una palabra de lo que
están intentando decirte y como consecuencia se alejarán de ti.
La
arrogancia esconde una falta de confianza, una falta de conocimiento y
muchas inseguridades.
Tenemos dos oídos y una sola boca para recordar que debemos escuchar el doble y hablar la mitad.
Escucha atentamente o tu propia lengua te volverá sordo.